La cuestión ética clave está relacionada con el hecho de que exista o no una terapia efectiva para la enfermedad, porque en caso negativo, debería predominar el derecho a "no saber" para evitar que el futuro ahogue el presente del individuo. Aquí debería imponerse el principio deontológico de primum non nocere ("ante todo, no hacer daño"), previo al de autonomía del paciente (en este caso ¿autonomía para acceder a una información potencialmente dañina?).
Pronto se podrán realizar pruebas de susceptibilidad a enfermedades multifactoriales. Si esto es así, será un poderoso factor de cambio en la práctica clínica, ya que pasaríamos de tratar simplemente los síntomas del enfermo a intentar prevenir la enfermedad en las personas con susceptibilidad genética. Un primer problema es cómo va a entender la persona que ha hecho la consulta un resultado probabilístico para una situación en la que intervienen otros factores genéticos y ambientales.
Es difícil
prever qué efectos tendría la introducción de pruebas
predictivas para enfermedades más o menos comunes, pero necesitamos
un período de reflexión y debate, ya que estamos ante una
tecnología con una gran potencialidad de cambiar el modo en que
pensamos la salud y la enfermedad, nuestra manera de hacer planes para
el futuro, de hacer elecciones reproductoras, etc. Otro tema esencial será
garantizar la no discriminación y la intimidad genética.